La literatura es, ante todo, un ejercicio de libertad. Y el lenguaje es el instrumento apropiado para ser tan libre como uno quiera. Tanto en el contenido como en el continente. Tanto en lo que se dice como en cómo se dice. Tanto en el mensaje como en las formas.
Hay, es cierto, una serie de normas gramaticales que deben cumplirse y unas recomendaciones que es aconsejable seguir, todo ello para lograr que el escritor pueda expresar mejor aquello que pretende decir y el destinatario pueda entenderlo perfectamente. Pero el margen de maniobra es amplio y no se pretende cercenar la libertad sino ampliarla. Nosotros mismos, desde Verba Servicios Lingüísticos, prestamos una serie de servicios de corrección, redacción y transcripción de textos. Y seguimos una serie de normas, consejos y recomendaciones para ello. Sin embargo, en ningún caso se pretende reducir la libertad sino que el escritor aprenda a manejar nuestra lengua para expresar mejor lo que pretende y lo haga además con su propio estilo. De esa forma será enteramente libre.
Bien sea para escribir una novela, dar forma a un poema, redactar un ensayo o elaborar un documento empresarial, el autor del texto se sentirá más
libre si maneja el lenguaje con soltura y conoce las normas y las recomendaciones que, con el tiempo, hará suyas sin apenas darse cuenta. A partir de ahí, tendrá a su disposición un amplio abanico de posibilidades y dará forma a su propio estilo con el paso del tiempo pero sin apenas percatarse.
El escritor tendrá en sus manos todas las posibilidades del mundo. Para tratar el tema que considere, mostrar con más exactitud sus sentimientos o los sentimientos de los personajes que cree, poner voz a los deseos de alguien, recrearse en un poema o redactar un informe. De esta manera o de aquella otra, con estas palabras o con estas otras, pues las posibilidades son amplias y el lenguaje no es una cárcel sino una ventana al universo creativo. Las posibilidades son infinitas. De ahí que haya tantos tipos de escritura como escritores. De ahí que no haya dos libros iguales.
Al principio, encontrarás obstáculos y dificultades en el uso de las palabras. Qué decir y cómo decirlo. Con el tiempo, serás capaz de dar forma a ideas e historias de un modo antes inimaginable. Lógicamente, se requiere paciencia y trabajo. Y la inspiración necesaria para hacerlo. Pero, como dijo Óscar Wilde, no existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir… y decirlo. Adelante con ello.
